LA LUDOPATÍA. Del juego de los niños a Dostoyevski
El desarrollo psicofísico normal del niño requiere la realización de programa de juego suficiente y adecuado a su edad. Desde la lactancia el niño realiza sus juegos llevado por los distintos impulsos a través de sus etapas de crecimiento. El déficit en la actividad lúdica impone sobre todo un retraso psicomotor ya la acumulación de potenciales agresivos en parte exteriorizados en forma de una conducta alterada. Entre las funciones psicológicas desempeñadas por el juego infantil sobresalen las de ejercitar la psicomotricidad, estimular la comunicación con los otros y preparar al niño para la asunción de las normativas sociales, implicando la internalización de los límites.
Para Freud, el niño hace activo lo sufrido pasivamente. Es un espacio construido como función elaborativa que consiste en la ligazón de las excitaciones. Para Melanie Klein el juego es considerado como lenguaje donde el niño expresa sus fantasías, deseos y experiencias simbólicas por medio de juguetes y juegos – la técnica de la hora de juego -.El niño logra la representación y abreacción de sus fantasías masturbatorias. Tanto Freud como Klein coinciden en que el niño calma su ansiedad en el juego, donde lo sufrido pasivamente se hace activo y transforma el dolor en placer. En el juego tanto el niño como el adulto pueden crear y usar toda la personalidad. En el juego es posible la comunicación.
Podemos considerar que la ludopatía tiene su base en este trabajo lúdico infantil y que, por alguna razón que intentaremos aclarar, se produce una fijación a esta fase infantil del desarrollo psíquico. A lo largo de la historia se conoce la adicción al juego de emperadores romanos como Augusto y Claudio, así como literatos españoles como Góngora y Argote, y rusos como Lermontov y Dostoyevski. Este último, que tenía una fuerte debilidad por la ruleta, plasmaría su tragedia en una obra clásica, “El Jugador” en 1863. Años después, en 1928, Freud y otros psicoanalistas analizaron este libro y fueron los primeros en hablar científicamente sobre la posible existencia de una conducta adictiva.
La ludopatía, también conocida como juego patológico, afecta a sujetos que se ven impelidos a jugar de manera compulsiva.
Los psicoanalistas fueron los primeros en intentar explicar los orígenes de la ludopatía. Los autores más ampliamente citados en la bibliografía psicoanalítica referente al juego, y probablemente los que mayor influencia han ejercido en los trabajos posteriores de otros autores con orientación psicodinámica, fueron Freud y Bergler. Sin embargo el primer estudio psicoanalítico sobre esta cuestión se remonta a 1914 y lo llevó a cabo Von Hattinberg. En 1920 Simmel fue el primero en presentar una discusión sobre el tratamiento de los jugadores según este marco teórico – citado por Blanco, 1992 -.
La aportación de Freud al estudio del juego patológico se inicia con su trabajo de Dostoyevski y el parricidio, publicado en 1928. Para este autor, la ludopatía tendría que ver con complejos edípicos de forma que el jugador buscaría en el juego una manera de experimentar placer a través del autocastigo, representando esto un sustituto de la masturbación. Para otros autores como Bergler, 1957, la base sobre la que se sustenta el juego patológico es la culpa por la rebelión contra las figuras de la autoridad que conduce al individuo a una necesidad de autocastigo, y conlleva la idea del masoquismo como núcleo de la ludopatía.
Desde Freud, podemos considerar dos factores fundamentales en la ludopatía. El primero es que es un hábito o un “vicio”. Y todos los hábitos se desprenden de aquél primer hábito que es la masturbación infantil que se hace, al igual que el juego, con las manos: el jugador toca las cartas, o pone con sus manos la ficha sobre el tapete, o tacha los números del cartón del bingo, o da al botón de la máquina tragaperras.
La pasión del juego es un equivalente de la pretérita obsesión onanista, como lo delata claramente la acentuación de la apasionada actividad de las manos.
El otro factor consiste en la tendencia al autocastigo, como ya hemos indicado. . . En los casos en los que el juego lleva al sujeto a la más absoluta ruina, incluso a la cárcel, el juego es el modo de conseguir un castigo, de pagar una culpa, por supuesto, de carácter inconsciente. Aunque el jugador racionalice las causas del juego, y se diga: juego para recuperar el dinero y así poder pagar las deudas contraídas, él mismo sabe que no es cierto, como lo sabía Dostoyevski, lo importante es el juego en sí, el jugar por jugar. La cuestión repetitiva que denuncia el goce.
En Dostoyevski las etapas de mayor producción literaria fueron después de quedar en la ruina más absoluta, cuando ya el castigo había calmado la culpa inconsciente entonces, podía iniciar el camino hacia el éxito mediante la escritura.
La culpa es primigenia, anterior a la ruina; el jugador no es que se sienta culpable porque se ha arruinado sino que es por la culpa inconsciente que se ha procurado el castigo de la ruina y las humillaciones y los insultos de los familiares a los que ha arrastrado en su ruina. Hace un llamado a sentirse agredido y humillado, aparentemente por el acto del juego, pero implica un más allá que alcanza a la culpa inconsciente. La ludopatía es secundaria, lo primario es el sentimiento de culpa inconsciente.
INUPSI