psicogeriatria   EDUCACIÓN PARA EL ENVEJECIMIENTO

Consideramos que la Educación permanente, el contexto donde estructuramos la educación para el envejecimiento, es educación para la salud a través de la actividad, contando con espacios para la creación, recreación, el aprendizaje y la reflexión.

El objetivo lo podemos estructurar de la siguiente forma:

“El objetivo es brindar información y posibilitar la reflexión acerca de lo que acontece en este proceso de envejecimiento: cambios, pérdidas, duelos, tiempo libre, autocuidado, amor, proyectos, miedos, etc…”

Se trata de fomentar el deseo de hacer. Es decir, se trata de alentar y facilitar la actividad constructiva y creativa. No se trata de matar el tiempo o hace laborterapia, se trata de la actividad que se elige de acuerdo a un deseo, a un sujeto, una actividad que conlleva placer y desarrollo personal. Ello implica el posicionamiento frente al propio inconsciente, un afrontamiento de la dinámica intrapsíquica.

De acuerdo con lo tratado hasta ahora en el curso y con las orientaciones dinámicas existentes, consideramos que un programa de educación para el envejecimiento, debe tener presente los siguientes factores:

1- La Educación para el envejecimiento debe ser encarada desde la infancia. Se trata de lograr un posicionamiento frente a nuestro propio psiquismo e inconsciente, un posicionamiento que no eluda los temas de la angustia y la muerte y que destaque la capacidad de poder aprender y construir siempre.

Ello implica poder establecer programas en las escuelas que traten el tema.

2- El espacio de reflexión del envejescente y su posicionamiento deben partir de dos fuentes. Por un lado debe conocer y asumir los cambios que vienen experimentando tanto en lo biológico como en lo psicológico, y por otra tiene una labor de cambio constructivo frente a una sociedad que marginaliza al envejescente.

3- Posicionamiento psicológico del envejescente. Es importante una actitud abierta frente la dinámica psíquica y frente a la angustia y la muerte. En la educación para el envejecimiento, se entiende la vejez como un proceso gradual, dinámico, natural, inevitable que transcurre con el tiempo y está limitado por éste. Se trata de entrar en contacto con las pérdidas para poder hacer los duelos correspondientes. Se favorece así que la energía pueda estar puesta en actividades creativas.

Se trata de familiarizar al adulto con ese trabajo de duelo, para poder liberar sus energías y ponerlas en personas y objetos nuevos.

4- El papel de lo lúdico: En los viejos se producen adherencias libidinales a los objetos anteriores, a las representaciones previas, a los prejuicios. Ello puede bloquear los deseos e ilusiones. Una forma de enfrentarse a ello es mediante la canalización con actividades creativas y recreativas. El juego permite que la fantasía no quede retenida como proceso interior y que se articule con la realidad, facilitando que ésta quede integrada. Se establecen contactos con aspectos de la realidad que no son agradables y provocan angustia, mediante la fantasía y el juego se pueden lograr actos creativos que originan que esos aspectos puedan ser asumidos.

El espacio lúdico permite al envejescente jugar con las distintas amenazas y precariedades que siente… Se propone la lógica de jugar a disfrutar sensorialmente, en compañía de otros, de aquello que se presenta como efímero. Se trata de aprender a disfrutar del instante que pasa…

Este camino lúdico tiene, por tanto, una doble función: la de ayudar a elaborar los duelos y la de instalarse en otra temporalidad marcada por el instante.

5- Mejor calidad de vida. Se trata de cambiar esquemas que fueron quizás útiles en otras épocas, pero que en le momento de la vejez, donde se dispone de más tiempo ya nos son suficientes o adecuados. Es desde este supuesto que se considera estimular la educación y el trabajo corporal y promocionar la creatividad y el intercambio social. Son importantes los cambios donde se pongan en juego talleres, seminarios y lugares de intercambio social.

6- Autocuidado. La autonomía está en estrecha relación con el autocuidado. De lo que se trata es de poder vivir con uno mismo y preservar la capacidad de elección de vida. Como comentábamos arriba, el autocuidado fue un concepto incorporado por la Asamblea Mundial de Viena en 1982 y forma parte de la Educación para la salud que promueve la OMS. El autocuidado conlleva un buen posicionamiento frente al proceso de envejecer y se logra a través de una adecuada información que tienda a mejorar el estilo de vida evitando los hábitos nocivos y favoreciendo una dieta sana, pero fundamentalmente estimulando la actividad tanto corporal como intelectual, la creatividad y la interacción social.

El autocuidado no reemplaza, por supuesto, las consultas y controles médicos… estamos hablando de quererse y cuidarse, ello implica la visita al médico.

7- El papel de la reminiscencia: En la educación para el envejecimiento, para posicionarse frente a su historia y poder realizar los correspondientes duelos, es importante el papel de la reminiscencia y las resignificaciones que afirman la autoestima y dan continuidad a la identidad del envejescente. Es necesario recurrir a la memoria para elaborar lo vivido.

La reminiscencia es la función que permite recordad pensando o relatando hechos, actos o vivencias del pasado. Salvarezza la define como: “una actividad mental organizada, compleja y que posee una finalidad instrumental importantísima: la de permitir al sujeto reafirmar su autoestima cuando sus capacidades psicofísicas y relacionales comienzan a perder vitalidad”.

El recordar es una función que se ejercita a través de la memoria. Cuando uno rememora, revisa los recuerdos, los mira desde el presente y puede capturar las emociones asociadas.