EL SOFISMA DE LOS TRES PRESOS
(Un divertimento lógico)
El psicoanalista francés J. Lacan nos presenta un problema de lógica particular. Es un problema planteado como un sofisma, un postulado que lógicamente no tiene solución posible. “Proposición aparentemente verosímil, pero falsa y destinada a inducir a error al interlocutor”, nos dice el diccionario. Sin embargo, hay una solución. Es en la construcción de ésta donde, paso a paso, va a desplegar algo de la constitución del sujeto.
El sofisma es el siguiente.
El director de la cárcel hace comparecer a tres detenidos selectos y les comunica el aviso siguiente:
“Por razones que no tengo porque exponerles ahora, señores, debo poner en libertad a uno de ustedes. Para decidir a cual, remito la suerte a una prueba a la que se someterán ustedes, si les parece.
Son ustedes tres aquí presentes. Aquí están cinco discos que no se distinguen sino por el color: tres son blancos, y otros dos son negros. Sin enterarles de cuál he escogido, voy a sujetarle a cada uno de ustedes uno de estos discos entre los dos hombros, es decir fuera del alcance directo de su mirada, estando igualmente excluida toda posibilidad de alcanzarlo indirectamente por la vista, por la ausencia aquí de ningún medio de reflejarse.
Entonces, les será dado todo el tiempo para considerar a sus compañeros y los discos de que cada uno se muestre portador, sin que les esté permitido, por supuesto, comunicarse unos a otros el resultado de su inspección. Cosa que por lo demás les prohibiría su puro interés. Pues será el primero que pueda concluir de ello su propio color el que se beneficiaría de la medida liberadora de que disponemos.
Se necesitará además que su conclusión esté fundada en motivos de lógica, y no únicamente de probabilidad. Para este efecto, queda entendido que, en cuanto uno de ustedes esté dispuesto a formular una, cruzará esta puerta a fin de que, tomado aparte, sea juzgado por su respuesta. ”
Aceptada la propuesta, se adorna a cada uno de nuestros sujetos con un disco blanco, sin utilizar los negros, de los cuales, recordémoslo, solo se disponía de dos.
¿Cómo pueden los sujetos resolver el problema? La solución perfecta
Después de haberse mirado entre ellos durante cierto tiempo, los tres sujetos dan juntos algunos pasos, que los llevan a cruzar la puerta todos a una. Separadamente, cada uno da entonces una respuesta semejante, que se expresa así:
‘Soy un blanco, y he aquí como lo sé. Dado que mis compañeros eran blancos, pensé que, si yo fuese negro, cada uno de ellos hubiera podido inferir de ello lo siguiente: “Si yo también fuese negro, el otro, puesto que debería reconocer en esto inmediatamente que él es blanco, habría salido en seguida; por lo tanto yo no soy un negro”. Y los dos habrían salido juntos, convencidos de ser blancos. Si no hacían tal cosa, es que yo era un blanco como ellos. Así que me vine a la puerta para dar a conocer mi conclusión”.
Así es como los tres salieron simultáneamente, dueños de las mismas razones de concluir.
Nos encontramos con una paradoja. Recordemos: el sofisma es una “Proposición aparentemente verosímil, pero falsa y destinada a inducir a error al interlocutor”
En otro momento, podremos realizar el desarrollo del sofisma que se apoya en la suspensión de los tiempos. Pero señalamos que el sujeto aprehende el momento de concluir, que él es un blanco, bajo la evidencia subjetiva de un “tiempo de retraso” en las decisión de los otros que le hace apresurarse hacia la salida.
J.C.P.
INUPSI
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