LA VIOLENCIA ENTRE VARONES Y LA HOMOFOBIA

En los últimos años se ha observado un aumento en la aparición de conflictos que desencadenan en situaciones de violencia en los grupos adolescentes, tanto fuera como dentro de la escuela. Si bien este fenómeno se encuentra en los grupos de ambos sexos, es mayoritariamente en los de varones donde se desarrollan los más violentos.

Por parte del contexto social se estimula a los varones a elaborar los conflictos, enfatizando el uso del cuerpo de forma mecánica sin la posibilidad de mediatizar las emociones a través de la palabra. Por otro lado se fortalece la escisión con respecto a las representaciones de la masculinidad, de una imagen de varones supuestamente fuertes que corresponde a las representaciones de la masculinidad hegemónica y de imágenes de varones supuestamente débiles asociados a aspectos femeninos y por lo tanto desvalorizados.

En la construcción de la subjetividad masculina se puede observar una fuerte conflictiva entre una representación única de masculinidad, contrapuesta a representaciones más novedosas de diversos tipos de masculinidad. La tramitación de las emociones en los varones los enfrenta con el profundo temor a parecer femeninos, y por lo tanto “poco hombres” y por esto en muchos casos la aparición de la violencia surge como reaseguro de angustias más profundas de desidentificación.

La violencia puede ser utilizada como forma de validación de un modelo de masculinidad por sobre los otros. Puede ser una modalidad de demarcar fronteras y realizar la exclusión, y también de hacer valer los derechos de un cierto sector de varones sobre un grupo en conflicto. No debemos olvidarnos que la masculinidad social está fuertemente condicionada por la fantasía de omnipotencia, y que la violencia aumenta cuando se amenaza esta representación.

En el fondo, prevalece siempre el mismo drama… Nadie posee el falo… Sin embargo, aunque de una forma ilusoria, el falo tiene una influencia decisiva en la producción del orden simbólico, en la construcción social de la autoridad y en la producción social del sentido de mascarada en torno al cual parece esconderse un secreto: creer que los hombres poseen falo (son omnipotentes). Es sobre esta mascarada sobre la que se construye el orden simbólico. La noción que los hombres tienen del falo es una mentira que necesita ser encubierta y ocultada. El hombre se ve obligado a estar simbólicamente castrado y, al mismo tiempo, actuar como si no lo estuviera…

Aquí está el origen de la homofobia… El homófobo agresor exterioriza el odio con el fin de ocultar la mentira. El gesto violento quiere marcar el límite menos ambiguo de todos: la exclusión.  Sin embargo, en el acto mismo, construye aquello que quiere destruir: la homosexualidad.

M.C.

INUPSI

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